Lo que siempre seremos by Lina Galán

autor:Lina Galán [Galán, Lina]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-07-19T00:00:00+00:00

Capítulo 22

MARTA

En ese momento recordé de qué conocía a aquella chica: de las veces que había cotilleado el Instagram de Luis. Después de su «huida», lo había visto en compañía de una mujer morena y, un tiempo después, junto a la rubia que me miraba con un atisbo de ansiedad.

—No sé qué te interesa de mí —le dije mientras tiraba el papel usado en la papelera—. Porque he visto que me has estado mirando toda la noche. ¿Qué quieres?

—Solo decirte que no eres la única, Marta —me respondió—. Yo también descubrí cómo es en realidad Luis Suñé.

Me tensé y me di la vuelta para dirigirme a la salida, pero la mujer hizo que me detuviera con su siguiente afirmación.

—Es un maltratador psicológico, Marta, y lo sabes bien. No puedes seguir huyendo de esa realidad.

Cerré los ojos. Mi respiración se aceleró tanto que temí hiperventilar.

—Me he puesto también en contacto con Míriam —prosiguió la ex de mi ex—, la chica con la que salió después de ti, pero no ha querido saber nada del asunto. Dice que ahora va a casarse y que solo quiere olvidar.

—Eso es lo que pretendo yo —le aseguré—, olvidar.

—¿Y lo has conseguido?

No respondí.

—Cumplimos un patrón, Marta —continuó—. Las tres somos buenas chicas, pero muy influenciables, incluso manejables, las preferidas de ese cabrón.

«Yo no soy así…»

—Por eso nos maltrata, nos hace creer que somos insignificantes, nos anula.

Esa era la información que mi cerebro guardaba con celo y que yo me resistía a descubrir: que Luis me había maltratado psicológicamente.

—Quise denunciarlo —prosiguió—, pero es muy complicado demostrarlo. Soy de familia rica, al igual que tú, pero, aunque he conseguido un abogado que se atreve a plantarle cara a los Suñé, me ha dejado claro que con mi único testimonio no lograré nada. Recuerda que Luis dirige el más prestigioso bufete del país. Los mejores abogados están con él.

Me miré en el espejo y contemplé mi tez pálida. Había tratado de huir de ello, olvidarlo, hacerlo a un lado, pero no era más que basura que escondes debajo de la alfombra, que un día u otro acaba saliendo a la luz.

—Y pensar que las tres aceptamos casarnos con él… —declaró.

—¿Las tres? —pregunté.

—A Míriam le pidió que se casara con él al día siguiente de conocerse —me aclaró—. A mí me lo pidió dos días después. Y, si no recuerdo mal, para ti esperó una semana.

—No lo entiendo… —musité.

—Y para rematar el clavo, él ha sido siempre el que nos ha dejado a nosotras. ¿Te lo puedes creer? —Rio con mordacidad—. Aunque contigo llegó mucho más lejos que con ninguna.

—¿A vosotras también os dejó él? —planteé perpleja.

—Como lo oyes. Tanto a Míriam como a mí nos montó el número delante de nuestras familias, aprovechando cualquier evento. Y a ti… ya lo sabes, en plena boda. Creo que él se fabrica su propia película de cómo va a ser su esposa, pero, cuando descubre que su novia de turno no cumple sus expectativas, la abandona.

—Está enfermo… —murmuré.

—No, no es un enfermo —aseguró—.

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